«Opinión»: La Desesperación Desbordada por César Pérez Vivas 

En los aposentos del poder revolucionario la desesperación ya no es posible controlarla. Hay un desborde emocional, un nerviosismo recurrente, una locura desatada. Están conscientes del repudio ciudadano, del profundo anhelo de cambio existente en nuestra sociedad.

La decisión de convocar a los ciudadanos para definir  un programa de cambios y un candidato unitario a la elección presidencial, que lidere ese proceso, ha producido ese comportamiento.

Cerrado el lapso de inscripción de aspirantes a la candidatura unitaria,  la cúpula roja lanzó una serie de acciones para ejecutar su ya conocida estrategia de dividir a la sociedad democrática y desmoralizar a la ciudadanía.

Eso explica la decisión de remover totalmente la directiva del Consejo Nacional Electoral provocando la renuncia de sus integrantes. Medida que ya meses atrás se había anunciado, y que precisamente en estos días, cuando se estaba trabajando la asistencia técnica y/o logística del estado a la celebración de las elecciones primarias de la oposición, se concretó. De esa forma cerraban la puerta al cumplimiento de una obligación constitucional.

Eso explica, igualmente, la serie de personajes presentando escritos en la Sala Constitucional y en la Electoral del TSJ, planteando recursos de interpretación de normas constitucionales de orden principista  que para nada necesitan aclaratoria, o demandas contra la comisión nacional de primarias. Además de los solicitantes de inhabilitaciones ante la Contraloría General de la República.

Maduro y su entorno va a instalar un CNE con mayor grado de compromiso político para impulsar la abstención, incrementar la frustración, buscando una respuesta de sectores opositores que agobiados o radicalizados por esas políticas dejen la cancha electoral sola. Es decir están trabajando la no participación de esos sectores en la próxima elección presidencial.

No deberá sorprendernos,  entonces, que en estos próximos días tengamos nuevos “actos de autoridad” revestidos de formalidad legal, pero absolutamente contrarios al orden constitucional y legal, destinados a impedir la participación de quienes hemos mantenido una lucha firme, sostenida y clara a favor de la democracia y contra el sistema de opresión y corrupción instalado por el socialismo del siglo XXI.

Estamos asistiendo a un “nicaraguazo”, es decir a la aplicación de un proceso de eliminación de las candidaturas auténticamente comprometidas con un cambio de rumbo al modelo vigente, y dispuestas a ofrecer una ruta unitaria y de participación electoral que nos lleve a concretar en la elección presidencial una mayoría,  tan aplastante,  que obligue al cambio o al absoluto y total cierre, por parte del madurismo, de los pocos espacios de acción política existentes hasta ahora.  Daniel Ortega recurrió al cruento encarcelamiento de sus oponentes. Maduro está recurriendo en esta etapa a la fórmula de las “inhabilitaciones”, bien fabricadas en el TSJ o dictadas desde la Contraloría General de la República. Es lo que termina de ocurrir con el anuncio, por el canal de un oscuro diputado del colaboracionismo, de una nueva inhabilitación a  la Ing. María Corina Machado.

Esta inhabilitación como todas las dictadas desde la Contraloría General de la República son contrarias al orden constitucional, y en el caso concreto de María Corina, las motivaciones comunicadas nada tienen que ver con supuestos normativos vigentes, sino que son alegatos típicos de la narrativa política del oficialismo. Nada que ver con el derecho, y si una alta dosis de violación a los derechos humanos, no solo a los políticos, sino a los del debido proceso, presunción de inocencia y derecho a la defensa.