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¿Qué pasó con la educación en Venezuela?
¿Qué pasó con la educación en Venezuela?
Por: Tania Reverón
CNP: 13.412
Para nadie es un secreto la grave crisis política, económica, social y cultural que el país vive hoy día. Pues el fracasado modelo de “socialismo y revolución” en gran parte de sus propuestas teóricas, con malas praxis, no ha sido del todo, o nada asertivo y en muchos casos se tergiversó su génesis. En ese sentido, vale la pena destacar el modelo educativo propuesto desde el Ministerio del Poder Popular para la Educación en Venezuela, los cambios al currículo, la nueva propuesta de Liceos técnicos (sin personal, ni planificación adecuada), la exagerada y obligada flexibilidad a los estudiantes, sobre todo en las instituciones públicas, y las dinámicas de tiempo, contenido y proceso de enseñanza-aprendizaje que se están dando en la actualidad.
Sin contar ¡claro! Los bajos sueldos de los docentes y la pérdida de todos sus derechos contractuales, cuya situación suma contundentemente a la pérdida de la calidad educativa en el país.
Al respecto, y como la gran mayoría sabe, durante muchos años las instituciones educativas públicas fueron un importante referente académico en sus respectivos Estados, sus egresados gozaban de una excelente reputación, preparación intelectual, disciplina, respeto y se graduaban con esfuerzo y dedicación, porque realmente estaban capacitados, manejaban y construían conocimientos e incluso se sabían las tablas de multiplicar, suena a chiste, pero pueden preguntarle hoy, 2023, a cualquiera de los nuevos Bachilleres de la República ¿cuánto es 7×9?, ¿cuál es la división político territorial del país? ¿cuáles son sus capitales?, ¿cómo se escribe adolescencia? ¿qué celebra Venezuela un 19 de abril o un 5 de julio? ¿dónde se ubica Venezuela en el mapa?, sin ir muy lejos y hablar de división de polinomios, fracciones y lo más básico y esencial de cultura general que debería saber cualquier venezolano que pase por una institución educativa y se gradúe de Bachiller de la República, pero ¿cuáles creen son sus respuestas?
Y dirá usted ¿pero acaso eso es importante? tener competencias lingüísticas, saberse las tablas, las capitales, ubicarse geográficamente, conocer su historia, redactar, escribir bien, tener buena ortografía, pensar, discernir, saber, conocer ¿acaso eso es importante? ¿para qué? ¿por qué?
Pero sí es trascendental y más divertido “celebrar un acto de grado”, de hecho “conciertos homenaje”, con la mayoría de estudiantes mal preparados, que en nada contribuyen al desarrollo armónico, económico y sostenible del país, al final lo único que muchos padres quieren es la foto para las redes sociales y por supuesto el “papelito” que diga que su hijo es bachiller, pero si se preparó o no, da igual, ¿a quién le importa? su incompetencia no dañará a nadie ¿verdad?, de todos modos ya el país está rejodido, que importa joderlo más.
… y entonces entra el cuestionamiento y la duda, ¿por qué antes sí se podía y ahora parece imposible? ¿qué pasó con la educación en Venezuela? ¿por qué antes las instituciones educativas públicas eran sinónimo de excelencia, calidad educativa y tesón?¿qué pasó con su dirección? ¿a qué o quién obedece ahora?¿por qué sólo parecen instituciones que gradúan a todos en masa? asista el estudiante a clase o aparezca la última semana, estudie y cumpla o no lo haga, se lo merezca o no, se haya esforzado o no haya hecho nada, de todos modos los docentes serán orientados a pasarlos a todos porque la orden es “nadie reprueba”, aun teniendo varias oportunidades de aprobar, porque sí, efectivamente, tienen más de una oportunidad para hacerlo en los populares remediales, repito, se lo merezca o no.
De hecho, si a los estudiantes la materia les da 27 puntos en los 3 lapsos (o sea, 27 divido entre 3 = 09 = reprobado), igual el profesor debe, obligatoriamente ponerle 10, lea bien, obligatoriamente, ponerle 10; es decir, aprobarlo, pasarlo, promoverlo, graduarlo, aun cuando no se lo merezca, y no se habla de un merecimiento subjetivo, de apreciación, de si le cae bien al profesor o no, sino demostrativo, de aprendizaje, de procesos, de competencias, que muchos de sus hijos no tienen, pero usted aprueba, sí, usted madre, padre y/o representante que también contribuye a que la calidad académica en este país sea un desastre, porque lo permite, porque lo acepta, porque es parte de este modelo fracasado donde su hijo e hija no aprendió nada, no se preparó, donde usted ni la academia le exigió, por su propio bien, por el de un país que tanto lo necesita, porque definitivamente Venezuela necesita de más jóvenes competentes, bien formados, bien preparados, con enfoque, orientación, conocimientos; pues ya parece que embrutecer a las nuevas generaciones, al país, es la orden, bien lo pronunció Bolívar “un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción”, y en definitiva “la ignorancia es el peor enemigo de un pueblo que quiere ser libre” (Jonathan Hennessey), porque la alienación sería más fácil, el adoctrinamiento y el sometimiento más cómodo.
Y es que a sus hijos no les están motivando a pensar, a reflexionar, a cuestionarse, a ser creativos, tampoco la oportunidad de realmente desarrollarse, sólo les facilitan un vaciado de contenidos repetitivos, poco adaptados a la realidad, a los nuevos tiempos, y por supuesto el estudiante no se motiva, no se interesa, no aprende, no construye conocimiento, no crece y de paso, ese poco que se les ofrece, tampoco es aprehendido, puesto que el sistema manipula esos procesos y lo que se disfraza de comprensión, oportunidad y empatía al estudiante “desfavorecido” es en realidad un profundo y grave daño intelectual al ser y por ende, a la humanidad. No por regalar notas, aprobar la mediocridad, la impuntualidad, el desorden, el incumplimiento y las escasas competencias del estudiante, es un sistema noble y bueno, al contrario es nefasto.
¡Claro está! usted podrá basarse en que el interés de esta nueva generación es otro, los avances tecnológicos, el avasallamiento de las redes sociales y las nuevas dinámicas del mundo apuntan hacia otro enfoque y el sistema educativo en el país no está preparado para ello, pues se encuentra descontextualizado y tampoco cuenta con equipos multidisciplinarios, ni tecnológicos para apropiarse de esas nuevas herramientas, motivando el aprendizaje significativo de estos jóvenes.
Asimismo, podrá basarse en que los profesores no se están comprometiendo lo suficiente, las clases son muy escasas, muy básicas y gran parte del contenido se manda a hacer en casa (en muchos casos el mismo padre o madre le paga a otro para que le realice el trabajo al muchacho que está “cansado”) y no se está atento al progreso del estudiante, incluso se justifica que el docente no asista todos los días a la institución, pues su sueldo apenas alcanza para un par de pasajes a la semana. Entonces toda esa situación parece contribuir en las malas praxis académicas, en el detrimento de la educación y por supuesto en el bajo rendimiento del estudiante.
Es verdad, sólo que en muchos casos al mínimo esfuerzo del docente por exigir, demandar calidad, puntualidad y responsabilidad en el estudiante, éste será seriamente cuestionado, no sólo por el personal directivo que le obliga a mermar su calidad académica, a motivar la mediocridad, sino los mismos padres que tildan al docente de tirano, malvado e inconsciente, pues no comprende que su hijo debe tener más tiempo para el celular, el reggaetón y el ocio, y este docente no puede obligarlo a estudiar, a capacitarse, pues es un total “acoso” de su parte, una “violación a sus derechos” y una “gran falta de respeto” por no considerar al niño que nunca cumplió en sus asignaciones, y es que, lamentablemente, muchos padres son los principales promotores de la indisciplina y las nulas competencias de sus hijos.
Este escenario genera algunas consecuencias individuales y colectivas; en primer lugar, el docente que venía con un ritmo elevado de excelencia, rigurosidad, disciplina, tesón y compromiso, se ve degradado en sus funciones, violentado en su derecho y obligado a ser parte de la mediocridad creciente, a pasar a todos sus estudiantes y a no exigirles en lo más mínimo; es decir, ese profesional se pierde en el autoritarismo del sistema, en la impotencia y sólo tiene dos opciones renunciar o ser parte de lo mismo, bajando su nivel y graduando bachilleres en masa, sin ética, ni responsabilidad social, pues el sistema lo llevó a ello.
En segundo lugar, y creo el más importante de todos, el que más preocupa, es que el buen estudiante, el comprometido, el que sí desea aprender, conocer, investigar, avanzar, se perderá en un método de enseñanza-aprendizaje paupérrimo, bajo, simple, básico, pues no existen índices altos de exigencia, de disciplina, responsabilidad y compromiso; ese buen estudiante se esforzará en su trabajo para hacerlo lo mejor posible y el estudiante que no asiste, no cumple y no estudia, injustamente tendrá la misma oportunidad que él, esto simplemente se traduce en que el buen estudiante, en la mayoría de casos, perderá interés y se sumará a esa mayoría, ya que da igual si se esfuerza o no, sólo que tendrá mayor nota, pero ese número no representa la realidad educativa de esos jóvenes.
Todos los actores aquí mencionados; directivos, docentes, padres, estudiantes y sistema educativo, son corresponsables de la actual situación educativa en el país. ¡Por supuesto¡ el principal promotor de su creciente detrimento ha sido, sin duda, las políticas de Estado, sin control ni supervisión, generadas por las cúpulas gubernamentales, el Ministerio del Poder Popular para la Educación y sus borregos.
Sin embargo, aun sabiendo lo que pasa, las consecuencias que esto trae y el retroceso para el país, para las mismas instituciones educativas, para el mismo estudiante y su entorno ¿por qué no se ha podido hacer nada al respecto? ¿por qué no proponer nuevas dinámicas y estrategias pedagógicas para volver a la calidad que las instituciones educativas mantuvieron alguna vez? ¿por qué no importa? si son sus hijos quiénes se están formando allí.
Es imprescindible salir del letargo colectivo y poner un grano de arena a la necesaria transformación que el país demanda, que la educación requiere, dejando a un lado la permisividad, la alcahuetería, la indiferencia y ocuparse un poco en lo que realmente importa, pues la educación sostiene un país, lo impulsa, lo posiciona, lo engrandece, propende el desarrollo y, por supuesto, es una de las herramientas más eficaces y efectivas para reducir las desigualdades existentes, la pobreza, mejorar la salud, alcanzar la paz y la estabilidad, entonces ¿cómo decir que no es importante? Como diría Paulo Freire “la educación no cambia al mundo: cambia a las personas que van a cambiar el mundo”, este importante autor está convencido de que “la educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo”, pero en las instituciones educativas en Venezuela ¿esa premisa se está cumpliendo?.
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